Mi experiencia en el Iberman V 2017 Larga Distancia (o Distancia Ironman).
Es mi primer triatlón oficialmente y mi primer Ironman, para algunos una locura, para mí un sueño, un reto, un objetivo, algo que pones en la lista de “cosas que hacer antes de morir”. Porque la vida es corta y hay que vivirla.
A lo largo de estas semanas iré contando como surgió todo, anécdotas entrenos, etc. Por el momento dejo la historia de cómo ocurrió todo durante el transcurso de la prueba.
Nervios, ¡sí! Desde la noche anterior, casi sin dormir, masajeando las piernas e intentando meditar para concentrarme y ganar “horas de sueño” ya que dicen que meditar es como si tuvieras un sueño de calidad. Habré dormido como 3 horas.
Son las 6 de la mañana desayuno un sándwich de salmón y un café y me dispongo a dejar la bolsa de la T1 (zapatillas de la bici, maillot, manguitos, geles, etc) y para mi sorpresa, me encuentro una cola bastante grande a las 6:25 (el chek-in último es de 6 a 7:20, algún despistado llegó más tarde). Los nervios se incrementan porque a las 7:45 sale la prueba y yo solo he ido con la bolsa por lo que tengo que volver al hotel a cambiarme y coger el traje de neopreno. Había pensado ir con una sudadera un bidón para ir hidratándome pero mi “escudero” se acaba de levantar y está empezando a desayunar, por lo que decido cambiarme y salir descalzo con lo justo (lo de correr descalzo es algo que tengo ya entrenado).
NATACIÓN (3.8km)
Me da tiempo a ponerme el traje y colocarme en la línea de salida, poco más.
Pitan la salida, había decidido salir el último y salgo corriendo, pero me doy cuenta que aquí nadie tiene prisa, así que ando detrás hasta que todos se han metido. Una vez en el agua a darle fuerte a los brazos y suavemente a las piernas, siguen los nervios y siento que la barriga la tengo pesada (no el estómago, probablemente el Fortasec está haciendo piedras en los intestinos). Pasada la primera boya me fijo en el espectacular paisaje que deja el amanecer y voy cogiendo confianza.
El único problema es que el giro lo damos en la dirección al sol, lo que hace que no puedas orientarte. Sigo, ya he adelantado a unos pocos por lo que no me siento “el último” y ver alguna medusa me da un plus de rapidez sin que ello suponga que salte el sensor de “alarma” al contrario, me parecen unas criaturas maravillosas, del tamaño de un balón de baloncesto sumergida a unos 3 metros debajo, siempre y cuando se mantengan lejos.
Voy llegando a la orilla, no me ha parecido tan largo, bateo las piernas para cargar la sangre abajo y no salir mareado y no me levanto hasta que toco con las manos el suelo, ahí adelanto a un par de participantes más.
Siguiente vuelta. Los nervios están más calmados y fluyo con tranquilidad, voy contando medusas durante todo el recorrido, unos 6 en total, con lo que estoy distraído, el sol no da esta vez de frente y siento que en todo momento he estado orientado, con algunas eses pero pasando siempre cerca de la boya.
Tengo el reloj solo con pulso y tiempo (sin GPS para que me dure hasta el final) salgo en 1 hora 25 minutos. Genial, me siento fresco, aunque hubo algún agarrotamiento de los dedos del pie mientras nadaba no me “aburrí” cosa que en los entrenamientos se me hacía algo largo.
T1 (Primera transición de Natación a Ciclismo)
Me cuesta quitarme el neopreno. Hacía mucho tiempo que un médico me dijo que tenía el menisco desgastado y que me olvidara del deporte y aquí estoy haciendo un Ironman. Pues hacía tiempo que no me daba un tirón (que se me salía el menisco) y al quitarme el traje me dio. En esos momentos dices “¡ahora no, por favor ahora no!” a veces dura un segundo otras una semana, mi amigo me grita “tranquilo” “tranquilo”, pongo la pierna en flexión y consigo quitarme la otra pierna. Ha sido solo un susto. Los calcetines me cuestan trabajo ponérmelos, no tuve la precaución de dejarlos colocados, pues son de esos que uno es para el pie izquierdo y otro para el derecho. Cuando estuve entrenando un mes antes en el circuito hacía mucho frio y era una gran preocupación para mí, pero al final solo maillot, sin manguitos ni nada más.
CICLISMO (170km)
Ya estoy en la bicicleta, recorro la avenida interminable que posteriormente tocará hacer a pie, sigo con el reloj con el pulso y el cronometro (Sin GPS para ahorrar batería) los kilómetros los llevo en un cuenta kilómetros marca CAYETE para ir orientándome y saber más o menos lo que llevo, lo que me queda y donde están los avituallamientos.
Me encuentro con mis queridos adoquines, en el Triatlón Olímpico de Sevilla (Santander Series) pinché las dos ruedas por culpa de ellos, así que esta vez con tranquilidad. Más adelante algún participante me adelanta, pero las cosas van poniendo a todos en su lugar y luego voy adelantando a la gente. Las bicicletas son auténticas obras de arte, creo que todo el mundo lleva bicicletas de más de 3000€ y 7 kilos de peso, lo que se nota en las cuestas, porque algunos que veo con menos piernas que yo me adelantaban en las subidas, sin embargo en las bajadas y en las rectas los dejaba bastante atrás, perfectamente a 40km/h en las rectas, mucho más rápido que en los entrenamientos.
El pulso lo tenía acelerado 160ppm al principio, me concentraba en la respiración y bajaba un poco, relax y “cadencia, cadencia, cadencia, piernas, piernas, piernas, vamos, vamos, vamos”, palabras que me repetía, y “Mindfulness, respiración, calma”. Ya por el km 50 empiezo a reírme, reírme de la alegría, de haber pasado el agua y los adoquines, de ir bien y pensar, “esto está hecho ya” (cuando aún faltaban unos 120km de bici y una maratón) y de la risa al llanto, llanto de alegría de decir “ya lo tienes” “ya lo tienes, joder” así durante al menos 5 km, 5km en los que me dejé soltar, en los que saque todo lo que tenía dentro y en los que el pulso cayó 15 décimas, en el que me relajé y ya no me pesaba tanto el estómago. De ahí a los momentos en los que tenía la carretera para mí solo y me acordaba cuando subí en paramotor donde desde el cielo te sientes el rey del mundo y gritas al aire “¡toma! ¡vamos!” y sueltas una carcajada. Te vienen canciones y cantas y gritas “esto no para” (Kase-O).
“He reído, he llorado, he cantado, he gritado”
En el km 70 aproximadamente, de un carril agrario, sale a la carretera un todoterreno que no me ha visto, le lanzo un par de gritos por cruzarse y empieza a lanzar cartuchos de escopeta por la ventana. Hablando de cartuchos paso por una zona de tiro que tampoco me hace mucha gracia y de la que quiero salir lo antes posible de allí.
Ya por el km 85 llego a Mertola donde se encuentra el avituallamiento propio “¡¡Mertola!! Ese es el pueblo donde me paré en busca de una ferretería en el entreno para reparar el sillín” así que me desvié para saludar al señor que me ayudó con la bici, -total ¿que iba a perder unos minutos?-. Me pitaron para decirme que me desviaba pero no me importó, la ferretería se veía desde la carretera, no acortaba camino sino que hacía más. Tenía que hacerlo.
Avituallamiento
Relleno botes, me tomo un “Monster” (parecido al redbul), una barrita y no utilizo el resto de lo que tengo (dos sándwiches, barritas, geles y una cámara de repuesto). A partir de aquí empieza la aventura.
Llego a España
Esto está hecho, carreteras en buen estado, vitoreo a la Guardia Civil, paso por algunos sitios en la que la gente te aplaude y te vienes arriba. La bicicleta es sin duda la parte que más he disfrutado, la sensación de “volar” y hacer kilómetros…
Lejos de ser un idílico empiezan las preocupaciones y lo que no son preocupaciones:
A partir de aquí intento orinar aunque sea encima de la bicicleta pero no hay manera, sé que es importante para que los riñones funcionen bien, no se colapsen y que el vaciado de la vejiga los ponga en marcha de nuevo, pero tengo todo dormido.
En el km 120 aproximadamente algo va mal con la bicicleta, no voy todo lo rápido que quisiera y miro la rueda delantera y está completamente deshinchada. Cojo el CO2 y la intento inflar.
Esté reventada, tal y como la inflo se nota el aire escapándose, toco la rueda y está hirviendo. Aprovecho para mear y el líquido que emerge no tiene buena pinta, muy amarillo, demasiado para mi gusto, pienso que puede que contenga sangre y que el riñón no esté funcionando bien, o puede que sea solo el redbull (Monster). Me quedo un poco preocupado.
Cambio la rueda todo lo rápido que puedo, aún queda gas por lo que la inflo parcialmente pero tengo que terminar de inflarla a mano. Solucionado. En todo esto, me han pasado unos pocos triatletas y la mayoría me han gritado ofreciendo ayuda, un gesto de agradecer por su parte que no ocurrió en el Triatlón Olímpico de Sevilla.
Los siguientes kilómetros sigo un poco preocupado Km 150 aproximadamente intento orinar de nuevo e incluso me paro, pero no hay manera, los brazos los tengo hinchados y me duele la cabeza. Me he saltado un avituallamiento pensado que llegaba bien al siguiente (y realmente llegaba justo) pero me paro en un cruce, preocupado y comento lo que me pasa al primer voluntario que me encuentro. Enseguida llama a los servicios de emergencias, va a la gasolinera y paga de su bolsillo una botella de agua, me comenta que es sanitario y por los síntomas es un golpe de calor, ya que solo son los brazos lo que tengo hinchado (expuestos todo el rato al sol al estar acoplado) que si fuera alergia u otra cosa lo tendría en más partes del cuerpo y que se me nota cansancio muscular (vibración de los músculos en reposo), que solo quedan 20km para llegar a la T2. Me da un azúcar y espera a que me reponga y me pregunta si quiero continuar o esperar a los servicios médicos. Le digo que prefiero continuar, ya más calmado.
Ante de parar justamente pensaba “bueno, que sea lo que tenga que ser, es preferible parar a morir, que me evalúen y decidan ellos si debo seguir” “aquí puede que se acabe mi sueño, o ¿puedo arriesgarme un poco más y que me pongan suero luego”, como si los 42 km no tuviera que hacerlos. Ya me veía en la ambulancia. En cualquier caso los últimos km los hago más tranquilo, sin ir acoplado y moviendo muchos los brazos para que regara la sangre.
Continúa la odisea
Ya estoy prácticamente en Ayamonte, creo que voy en tiempo para la T2 y, ya ahí, tengo 8 horas para terminar. La mayor preocupación es que había perdido mucho tiempo entre parar a orinar, pinchazo e insolación y para colmo el cuenta kilómetros se me había puesto a CERO por lo que no sabía exactamente cuánto me quedaba para llegar. Y eso que voy a subir una cuesta y “crack” se parte el desviador de la piñonera y se mete entre los radios. Mi cara de sorpresa era para verla. “No puede ser”. Desde la rotonda grita algún voluntario ”¡estás ya cerca!”, así que bici al hombro y para arriba. Pasan algunos corredores y me dicen “dos kilómetros” estás ya ahí. Me lo tomo con humor “¿Qué decís? Esto lo acabo yo por mis cojones”, los siguientes que me encuentro igualmente animándome y yo “si es que lo mío es correr, jajajaja” pero la bici pesa incluso cuesta abajo, decido desmotar el desviador, la herramienta está oxidada y con el cansancio me cuesta mucho abrirla así que a golpes contra el suelo, consigo desmontarlo y con su mismo cable lo amarro a un pedal para que no se meta entre los radios, la cadena se ha salido y se ha encajado entre la piñonera y la rueda, por lo que la bloquea ,con las manos ya negras finalmente consigo sacar la cadena. Al tocar el desviador algún radio, parece que la rueda esta algo desviada por lo que toca el freno. Me toca desmontar el freno también. Finalmente consigo bajar lo que queda de cuesta subido en la bici pero aún queda al menos un kilómetro más. Bajo y sigo corriendo empujando la bicicleta, un fotógrafo me anima mientras me fotografía, ya queda poco, ya solo pienso, “venga llegar a la T2 y todo está hecho, a disfrutar, ya me da igual el tiempo” y repito el mantra el último kilómetro.
(Cuando se pinchó la rueda muchos me ofrecieron ayuda y algunos los adelanté, cuando me volvieron a ver parado me volvieron a preguntar como “¿Qué te pasa ahora?”… y muchos de ellos fueron los que me animaron cuando me vieron arrastrando la bicicleta, solo puedo decir, mil gracias)
T2 (Segunda transición de Ciclismo a Correr)
Entro a la T2 bromeando, hay una voluntaria con una bandera que te indica que debes bajarte de la bicicleta “¡no te preocupes que ya vengo andando!”.
Ya está hecho, no me han cerrado, me quedaba al menos 30 minutos y sabía que aún tenía gente detrás. Ya me relajo, me cambio tranquilo, algunos piensan que se me ha salido la cadena pero cuando ven el desviador colgando y le cuento que llevo al menos 2km (3km medidos) son super amables, además me encuentro que han dejado una bici en el lugar que me corresponde, me quitan la bici, colocan la mía, me abren la bolsa de la T2 mientras buscan agua para que pueda lavarme las manos que tengo completamente negras. Me coloco las medias compresivas, visera, tenis y un cinturón con algunos geles. Le cuento lo del golpe de calor y me dan crema solar también y una botella de agua. Ya me da igual todo, solo quiero acabar. Pongo el reloj, esta vez con GPS para terminar la parte a pie. “Que salen 14 horas, pues eso”, “que 15 pues las que sean”.
CORRER (42.5km)
Tengo 42,5km por delante pero creo que no soy muy consciente, lo divido en segmentos, tengo que llegar a Monte Gordo y ya está hecho. Solo es dar vueltas, es hacer este tramo y la mitad.
Disfruto viendo las vistas del puente, bromeo al pasar por el peaje “sin pagar” y sigo con buen humor intentando ir a 130-135 ppm, a 7min/km, un paseo cuando pensaba hacerlo a 5:30min/km (al final me salió de media 7:30min/km).
Llegando a la ciudad decido ir al baño no sabía si para darlo todo, pero en el primer avituallamiento me dicen que baño no hay, que al campo, por lo que decido ir a una cafetería. Al lado de una pastelería Dolce Vita “Manuela”, que no tiene nombre (luego me entero que acababan de abrir por eso de que no tiene nombre). Un guardia me silba al ver que me desvío y le hago el gesto de “cagar”, lo que ve que entiende y todos los que estaban en la mesa se rieron. Tengo mi momento de relax en que me quito todo y al final solo orino, pero me quedo tranquilo, todo va bien, el color es bueno y no estoy insensible de la presión del sillín de la bicicleta. Puedo continuar. Prometo volver al día siguiente a desayunar, cosa que hago, además de regalarle un llavero con una cinta como si fuera una medalla. Cuando salgo la gente que estaba sentada me vitorea “Forza! Forza!” doy un salto como el que aparenta estar ligero y sigo adelante. Paso enfrente del guardia que sonríe y continúo, aún me queda un trozo para completar lo que sería una media maratón.
Llego ya a la parte de meta, aún me quedan 3 vueltas, aunque se equivocan y me indican “por aquí, por aquí” y me dirijo a la meta, y digo, “¡que esta es mi primera vuelta!” (acabo de entender porque me salen casi 43km) y vuelvo, ya solo me queda 3 vueltas y está hecho, voy con el la mentalidad en modo ultra, tranquilito, a veces, me da por acelerar, pero pienso “que necesidad” y cuando lo hago, además me noto forzado. Me digo “a disfrutar” y canto “hemos venido a terminarlo y el resultado me da igual”. Disfruto del cielo nocturno, de las estrellas, intento animar a cada corredor que veo. Veo unos viejitos como mirando a la nada sentados en un banco, me siento al lado de ellos, miro al infinito y digo “bonito ¿verdad?” me rio, se ríen y continuo la carrera. Intento hablar con la gente. Sobre la vuelta 2, aproximadamente en el km 30 (donde te suele dar la “pájara”) decido hacer un tramo andando, veo muchos “reventados” andando, otros cojeando, con malas caras. Yo me siento muy bien, ando por aburrimiento ya y aprovecho para comer mientras ando, la vuelta la intento hacer a 5:30-6:15 para compensar. Ya la última vuelta bajo el ritmo hablando con uno que había hecho dos veces Lanzarote y me decía que esta carrera era mucho más dura, veo que se para y sigo a mi ritmo más animado, más adelante me ponen la última pulsera, ya solo quedan unos 4km, como estrategia me he parado siempre en los avituallamientos, una vez un sorbito de coca-cola y un trocito de plátano, otra vez una barrita un sorbito de isotónico, y siempre botella de agua en mano. Me paro por última vez, les doy las gracias y les choco la mano a todos los voluntarios, me encuentro con el último corredor ahí, aún le queda una vuelta ( algo menos de 8km) le doy ánimos y continúo, se me olvida coger el agua, ya da igual, todo está hecho.
La meta se acerca…
Ya puedo decir:
YO SOY UN IRONMAN
“¡Toma ya! ¡Conseguido!”
En la meta estaba el que me ayudó en la T2 que dice, ese es el de la bici rota que ha cargado con ella, y me aplauden como si hubiera ganado (seguramente lo harán con todos igual) pero yo me sentí que todo lo que había hecho era mítico y que aunque no había rendido al máximo y hubiera hecho un supertiempo, había llegado entero, con buena cara y sin ninguna molestia.
226km que dejo a mis espaldas, días de entrenos exigentes en el que nada es gratis, mucho sacrificio pero sobre todo una gran satisfacción.
Todo es posible si lo planificas, lo preparas y lo intentas una y otra vez.
Reflexión:
Soy una persona normal que intenta hacer cosas extraordinarias en las que obtengo resultados normales en esas cosas extraordinarias. (Si fuera un fuera de serie sería Gómez Noya -Campeón de Triatlón). Las personas normales podemos llegar a hacer cosas increíbles si nos lo proponemos .
Podría decirte que somos personas con dos brazos y dos piernas que lo único que nos diferencia es la actitud, pero tengo que decirte que en esta etapa de aprendizaje he visto gente que sin brazos y sin piernas consiguen esas cosas extraordinarias por lo que resumo “Has lo que puedas con lo que tengas”.
Yo empecé sin nada, la bici ha sido de segunda mano y con lo que he tenido he terminado esta prueba.
¿Qué te propones a hacer tú?
¡Fuerza, ánimo y a conseguirlo!
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